sábado, 27 de noviembre de 2010

Demasiado real


Es curioso cómo resultan a veces las cosas, sobre todo las que menos esperas en el momento que más necesitas.

A raíz del fallecimiento el día de ayer de Andrea, no tenía ánimo de otra cosa más que de un abrazo muy largo y tierno. Como no tengo a ningún ser humano de cabecera, realmente anhelaba al único que ha estado siempre: mi amigo y Padre celestial.

Hoy tenía que ir a este parque por parte de la empresa a continuar con el proyecto de fotografía. No tenía muchos ánimos de ir porque eso implicaba interacción con personas y yo sólo deseaba silencio y paz. Mi boca no estaba para palabras.

En lo que esperaba al fotógrafo me escapé a Punta Sur, uno de mis rincones favoritos en el planeta: Acantilado y extensiones de agua turquesa.

Prendí mi ipod y empecé a escuchar el nuevo álbum de Hillsongs, siempre un fuego abrasador, siempre manos levantadas al cielo.

Todo era perfecto, el mar pegaba contra una formación rocosa y se formaban coronas de espuma, en el cielo había sólo una nube pequeña, y no había nadie, sólo Él y yo. Pero le pedí más... le pedí al pintor que dibujara tal vez una gaviota o algo que pudiera hacer saltar mi corazón. Me reí porque no podía existir más belleza que la que ya presenciaba.

Cinco minutos y nada, sólo el estruendo de las olas y mi música.

Y en esa contemplación estaba cuando giré mi cabeza unos cuantos grados a mi derecha y... ahí estaba la señal. No me mandó flores, me llevó una serenata completa: de las aguas saltaban con libertad cuatro delfines, sí delfines... saludando y recordándome que no estoy sola.

Tuve que cerrar mis ojos y después abrirlos para comprender que no era una ilusión. Sí, ahí estaban, saltando libres...

Cuando quise sacar una foto ya no estaban. Entonces entendí que había sido un regalo desde el cielo sólo para mí, sólo para mis ojos, sólo para mi alma con sed de amor.

Mientras dos lagrimitas rodaban por mi mejilla... supe que todo estaría bien.

jueves, 25 de noviembre de 2010

Carta a un pequeño querubín


Adorada Andrea:

Todavía me acuerdo de las muchas tardes de viernes que pasé contigo y tu bella familia, estudiando la Biblia, haciendo ricos postres que sólo tú sabías, compartiendo, riendo. Me acuerdo de tu nariz de muñeca y tu bellísima cabellera china que siempre comparábamos con la de Ary.

Me acuerdo dictándote enseñanzas y tú escribiendo con plumas de colores en un lindo cuaderno que seguro escogiste especialmente para aquellas ocasiones. Me acuerdo de tu manera tan delicada de anotar cada detalle que yo te decía y tu perfecto silencio al escucharme hablar.

Siempre supe que eras una niña especial, sin mancha y maldad. Si tuviera que describir mi idea sobre los ángeles, tú hubieras sido mi molde, porque en tu sonrisa siempre había paz. Siempre honraste a tus padres, amaste a tu hermano y consideraste a Jesús tu mejor amigo. No sabes que al final tú me enseñaste más de lo que yo pude haberte dado.

Alguna vez puse en tela de juicio la decisión de tus padres de apartarte de la sociedad para guardarte de su inmundicia, pero ahora entiendo que aunque ni ellos ni yo lo sabíamos, nunca perteneciste a este mundo. No hablabas mucho porque tu voz estaba cerca del trono de Dios.

En mi último viaje a la ciudad, intenté verte; me duele haber esperado hasta tu muerte para haber regresado a ti. Muchos años no supimos nada la una de la otra. La verdad es que huí de ti, huí de mi propia vida, de mi propio destino y de mi leyenda personal. Tu sola existencia me recordaba lo equivocado de mis decisiones y el gran abismo que había entre yo y la Luz.

Ahora que Él ha regresado a ser mi primer amor... veo las cosas con más claridad, y debes saber que aunque ya no puedo cambiar nada, sí me arrepiento de muchas cosas, y que si tuviera otra oportunidad, lo habría hecho diferente, habría tomado otro camino.

Lamento haberte abandonado, y no por ti, sino por mí; eras una bendición para mí, eras un faro.

Ahora que estás en el cielo, sé que me escuchas y por eso vine a leerte esta carta al mar, porque seguramente allá también tienes mar (es imposible pensar que algo tan bello no exista en el cielo) y él se encargará de llevarte mis palabras entre sus olas.

Yo sé que ya no sufres, que estás más hermosa que nunca, llena de flores y con un corazón infinitamente gozoso porque estás junto al que siempre llamabas Tu mejor amigo. Debes estar mucho mejor que nosotros, acá abajo ya sabes cómo están las cosas de feas, a la pobre humanidad no le queda mucho tiempo, el sufrimiento y la maldad están que no tienen límites...

A mí sólo me queda decirte que tu viaje fuera de esta Tierra ha elevado mi vista a la eternidad, y yo sé que pronto te volveré a ver. Y mientras yo sigo trabajando para los que no tienen esperanza, tú...abraza mucho al Señor Jesús, come muchos dulces, corre por las calles de oro y cántame de vez en cuando una canción de paz que pueda escuchar mi corazón.

Efectivamente nuestro Padre ya te sanó
Así te recordaré siempre...

miércoles, 4 de agosto de 2010

Mi flor

A Miguel cuando era niño...

He llegado a la conclusión que todos tenemos una rosa en algún lugar entre millones y millones de estrellas, muy parecida a la que tenía aquel niño de cabellos de oro, que siempre reía y nunca respondía preguntas.

Tienes una flor que germinó un día de una semilla llegada de quién sabe dónde, que confundiste con un extraño baobab, y que tú vigilaste desde el primer día al notar que aquella ramita era muy diferente a las que conocías.

Una flor que te hizo esperar mucho su aparición milagrosa antes de salir de su capullo porque preparaba su belleza eligiendo con cuidado sus colores, vistiendose lentamente, ajustandose uno a uno sus pétalos al abrigo de su envoltura verde. Y que después para tu fortuna, una mañana, precisamente al salir el sol se mostró espléndida.

Sí, sabes de lo que hablo: una flor no muy modesta pero conmovedora, coqueta y presumida pero adorable, ingenua y tan débil que se defiende como puede y que se cree muy terrible por tener cuatro espinas, y sin embargo nunca ha dejado de ser infinitamente hermosa.

Una flor, que te han dicho que no es importante porque es “efímera”, pero que tú ni siquiera utilizas esa palabra rebuscada porque para ti, tu flor, es totalmente atemporal.

Una flor a la que has regado cuando te lo pide, con tus lágrimas de ser necesario; a la que has dedicado tu tiempo y amor; a la que has protegido con biombos de las corrientes de aire y a la que muchas veces ha sido mejor no hacer caso, sino sólo mirar y oler y esperar que perfume tu espacio.
Una flor a la que guardas el más profundo sentido de fidelidad, y que resplandece en ti como la llama de una lámpara incluso cuando duermes, una flor a la que tú has domesticado y ella misma te ha domesticado.

Si no sabes de tu flor, camina por los rosales y comprenderás entonces que la tuya es única en el mundo. Ella es especial, porque a diferencia de todas las demás rosas igual de bellas, alguien daría la vida por ella, alguien la ha regado, alguien ha matado sus gusanos (salvo dos o tres que se hicieron mariposas), ella es especial porque es tuya.
Sin embargo, puedo ser yo tan idealista como Saint Exupéry y tú puedes ser como el señor colorado de aquél planeta lejano que nunca ha olido una flor, ni ha mirado una estrella, jamás ha querido a nadie y toda su vida no ha hecho más que sumas y multiplicaciones. Aquél señor que ni era un hombre, era un hongo.

Yo, por mi parte, sé de una flor única en el mundo que no existe en ninguna parte más que en mi planeta y lo embalsama todo y lo ilumina todo. Y cuando miro las estrellas que tintinean como millones de cascabeles, puedo decir satisfecha “Mi flor está allí, en alguna parte…”


miércoles, 23 de junio de 2010

Mis sentidos y el mar

Favor de escuchar esta entrada con la canción "Kissing - Bliss"

Después de aquella noche…Nada, nadie, tú y yo.

Había polvo de estrellas fugaces sobre sábanas de agua plateada. Olor a Caribe, olor a coco, olor a tu cabello que paseaba con la brisa. Estabas hermoso, como nunca, como siempre. Yo tenía una gardenia en la oreja derecha, tú… dos lunares en el cuello, una boca de sonrisa y algo que me hacía anhelarte.

Puse el mar a tus pies y suavemente rocé tu espalda con la yema de mis dedos. Tú sentías apenas un cosquilleo que después, a pesar del aire caliente, te provocó un escalofrío. Solté mi aliento en tu nuca, inhalé y exhalé en ti. Rocé entonces mis labios contra tu oreja, soplé también cálido y suave. Dejé mi lengua en libertad y después susurré: no quiero tocarte pero ya estás en mí.

Volteaste y tu mirada mató, tus ojos embrujaron mis sentidos. Acerqué mi boca a tu boca y me supo a jugo de uva y a locura. Con ternura tomé con mis manos tu cara y cerré mis ojos. Absorbí todo de ti hasta llegar a tu alma, te sentí explotar, te amé por estar en mí y olvidé que alguna vez me dolías. Quise entregarte lo que tanto tiempo contuve, todas aquellas veces que no pude adorarte, así como eres, tan altivo, tan bello, tan hechicero.

Hice una pausa para mirar tus pupilas soleadas que reflejaban todo lo celestial, sonreíste y me regalaste el universo. Coloqué la palma de mi mano sobre tu pecho tibio y lo sentí latir con fuerza. Mientras te besaba de nuevo, te quitaba la camisa para desnudar tus hombros, reflejabas luz, muy pronto eras hoguera y quemabas.

Me ardía el cuerpo, quería tanto introducirte en mis venas para que nunca más salieras. Me dolías al entrar, te ansiaba al salir, me extasiabas con grandeza, te derretía de tanto desear, de tanto amar, de tanto combatir a muerte con los secretos de tu piel. Yo te hilaba, yo te decoraba con las olas, Yo, desaparecía para convertirme en ti. Sudábamos el momento, desgajábamos la noche, arañábamos nuestro espacio, nos comíamos lento, con sabor a sal, con sabor a miel.

Desnudé tu nombre, descubrí mi espalda, encontré tu aurora, despejé mi noche, observé las parvadas que revoloteaban en tu vientre, absorbí tu pecho con dulzura, con desesperación, deslicé mis dedos en tu muslo que se movía rápido como nube, te di de beber, me diste sueños y una flor en el paraíso.

Eras Maja Bhuta, eras agua fresca para mi boca sedienta, eras aire para mis manos aventureras, eras éter y después fuego ardiente para mis entrañas, eras tierra para el polvo de mi carne. Y con los 4 elementos te convertiste en el cielo de mi alma y mi cuerpo desnudos. Colores, manantiales, estrellas, telas, lunas, dunas, tus piernas, mis uñas, tu espalda, espacios, tu sexo, arena, mi lengua, libertad, tus dedos, canciones, estruendos, el mar. Bailamos suave, suave, al ritmo de las olas, amanecimos con el alba. El amor nos hizo.

Aquel lugar era el de cabañas, el de olor a copal, el de cuerpos entrelazados, el de tu eterna mirada, ¿lo recuerdas?


jueves, 10 de junio de 2010

Duelo

"Los egipcios se visten de negro durante seis meses. Algunos musulmanes usan ropa de luto durante un año. Los judíos ortodoxos ofrecen rezos por el pariente muerto cada día, durante once meses. Sólo quince años atrás, los estadounidenses rurales usaban brazaletes de tela negra por varias semanas. ¿Y hoy? ¿Soy el único que siente que apuramos nuestras heridas?"

¿Prisa para qué? El corazón, al igual que la piel, cicatriza con el tiempo...


miércoles, 9 de junio de 2010

En sus marcas ¿listos?


Cuando decides emprender una carrera noble es posible que recibas quejas o burlas de una gran parte del público. A las personas les parece mejor que sigas en las gradas aplaudiendo, prefieren tu estado comprensible de inercia, les parece más cómodo que ni siquiera pases de la línea de salida. Todos te prefieren como tú eras, prefieren que no maquilles tu cara diferente porque entonces es como volver a conocerte, y al parecer… para eso sobra la apatía.

Muy pocos entenderán que tu catarsis indudablemente te llevará a descubrir la parte más noble de tu alma e incluso, te ayudará a recuperarla. Y sí, cuando recuperas tu alma, encuentras la verdadera felicidad y paz, esa de la que muy pocos conocen sus delicias.

Sé valiente, pero no luches para ser lo que no eres. Descubre cuál es tu Leyenda Personal de la que tanto habla El alquimista, y si necesitas correr una carrera dirige tus ojos siempre a la meta, no la pierdas de vista. Así, todas las tormentas en altamar no te ahogarán porque sabrás perfectamente a dónde vas, llevarás brújula.

No hablo de lo que es bueno y malo, ese es otro tema; nuestra conciencia es una de nuestras bendiciones o maldiciones. Hablo de la belleza relativa, de los buenos modales. Los parámetros sociales sólo son parte de nuestra educación y cultura. ¿Quién es el loco realmente? ¿El que cree en algo sólo porque las masas lo afirman?¿O el que no encaja con la opinión de la mayoría?

Observa con detenimiento, fuimos hechos perfectos en principio, no hay errores, cada quien es lo que es, y tú también, así nos crearon y así nos ama el Cielo.

Observa a los animales, no he visto ninguno que esté confundido por lo que es, ni se pregunta cómo debe comportarse para ser aceptado. No les importa lo que pienses sobre ellos, son lo que son. No necesitan máscaras ni teatro. ¿Les preocupa algo? No, ¿tienen prejuicios? No ¿Tienen miedo de algo? No. Sólo son muy felices viviendo en libertad.

Pongamos nuestros corazones en el blanco, seamos lo suficientemente humildes para aceptar nuestros errores, pero sobre todo, seamos valientes para ser nosotros mismos. Corramos, aunque... corramos solos.


jueves, 3 de junio de 2010

Escalera al cielo

Gran representación... Lo he vivido tantas veces...

Imagina que estás frente a una gran escalera. Está junto a ti esa persona que es importante para ti y están fuertemente tomados de la mano.

Mientras están en el mismo nivel todo está perfecto es disfrutable. Pero de pronto tú subes un escalón pero esa persona no. Esa persona prefiere mantenerse en el nivel inicial, ok...no hay problema, es fácil aun así estar tomados de las manos.

Pero tú subes un escalón más y esa persona se niega a hacerlo. Ya las manos han empezado a estirarse y ya no es tan cómodo como al principio. Subes un escalón más y ya el tirón es fuerte. Ya no es disfrutable y empiezas a sentir que te frena en tu avance, pero tú quieres que esa persona suba contigo para no perderla...

Desafortunadamente para esa persona no ha llegado el momento de subir de nivel, así que se mantiene en su posición inicial. Subes un escalón más y ya ahí sí es muy dificil mantenerte unido. Te duele..y mucho...Luchas entre tu deseo de que esa persona suba, de no perderla, pero tú ya no puedes ni quieres bajar de nivel.

En un nuevo movimiento hacia arriba viene lo inevitable y se sueltan de las manos. Puedes quedarte ahí y llorar y patalear tratando de convencerle de que te siga, que te acompañe, puedes incluso ir contra todo tu ser y tú mismo, bajar de nivel con tal de no perderle, pero después de esa ruptura en el lazo ya nada es igual, así que por más doloroso y dificíl que sea entiendes que no puedes hacer más, más que seguir avanzando...y esperar que
algún día..vuelvan a estar al mismo nivel.


Aún tengo la esperanza...que me alcances, aún pasen años. Porque yo ya sé cuál es mi meta y no me estoy deteniendo.



martes, 25 de mayo de 2010

¿Razones para ir al psicólogo?


Alerta: Esta entrada puede herir susceptibilidades.

Nunca he creído en la psicología como salvavidas, pero siempre me ha agradado abrir mi mente a cosas nuevas y dando por sentado que no siempre puedo estar en lo correcto.

Y bueno, fui esperando el alivio emocio

nal del que todos hablan después de ir con el “loquero”.

Disculpen de antemano todos los practicantes y profesionistas

de tan respetable carrera, y más los que han puesto su vida en manos de ellos. Lo siguiente que diré aplica sólo para mí.

  1. ¿Una oreja? Yo tengo no más de 3 amigos de cabecera que me escuchan por horas, especialmente Uno. ¿Por qué contar todo a un rostro que jamás en mi vida había visto?
  2. ¿Sin juicio? Creo que las personas que me aman nunca me han juzgado. No necesito que alguien tenga explicaciones sociales de mi yo.
  3. ¿Qué me depara el destino? Tengo mi mente no en blanco, sino EN EL blanco. No puedo depender de terceros para tener claridad sobre mi futuro. Yo soy el piloto.
  4. ¿Deshacerme en lágrimas? No, para eso tengo las cebollas y kleenex con olor a vainilla.
  5. ¿Niñez traumática? Tal vez, pero nunca es demasiado tarde para comenzar un cuento de hadas.
  6. ¿Sacar mi enojo y frustración? 3 rolas de rock y una hora diario de gimnasio son suficientes. Por cierto, siempre he querido una punching bag, y una de a de veras que no sea humana, como algunos acostumbran.
  7. ¿Dormir como bebé? Té de tila, mantras, meditación, contar borreguitos, piojito mágico y Salmo 3:5.
  8. ¿Gastar 300 pesos? Mejor una rica comida, o 6 entradas de cine, o un tanque de gasolina para llegar hasta Tulum.
  9. ¿Afirmar lo obvio? Sí, a veces soy insegura, mentirosa, insoportable, infiel, difícil, enojona, cruel, deprimente, histérica, y ¡párele de contar! : pero nunca he dejado de ser amada.
  10. ¿Sofá cómodo? Ninguno se compara con el que tengo en mi sala.
  11. ¿Respuestas? La respuesta siempre es: Amor.
  12. ¿Consecuencias? Siembro semillas de manzana y nunca nacerá un limonero.
  13. ¿Soledad? Puedo sentirme sola pero nunca lo estoy en realidad, sólo es una perspectiva.
  14. ¿Curar mi locura? Como diría Alicia al Sombrerero Loco “Temo que sí, estás loco de remate, pero te diré un secreto: Las mejores personas lo están”.
  15. ¿Superar mis traumas? Me dan pavor los tiburones pero nadé con tiburones toro, nos separaba un acrílico y me siguen dando terror. ¿amar sin miedo? Lo estoy aprendiendo.
  16. ¿Tomar decisiones? Ama y haz lo que quieras, por ahí dicen. Si callas callarás con amor, si te vas, te irás con amor, si te quedas, te quedarás con amor, si lloras llorarás con amor.
  17. ¿Aceptar mi pasado? Como dirían Les Luthiers “Todo tiempo pasado es anterior”. Así que… ¡mi vida cuenta desde Hoy y para Siempre!
  18. ¿Por eso soy así? No, tengo la opción de cambiar.
  19. ¿Reparar mi corazón? Hay métodos más efectivos: el perdón, la risa, un abrazo, el tiempo, un atardecer, el mar.
  20. ¿Entender quién soy? Me llamo Melissa y soy la princesa del Rey del universo.

martes, 18 de mayo de 2010

Mi cabaña, Mi universo

Pasé centurias tratando de encontrar un lugar lejos de la oscuridad y el miedo, un pedacito de terreno donde pudiera lavar mi corazón para comenzar una historia blanca como la nieve recién caída, donde me cegaran luces francas como las miradas ausentes.

Con brújula en mano e incontables heridas, atravesé infiernos. Me sangró más el alma y hasta la luna partida en dos lloraba desconsolada, ¿o tal vez se burlaba? Nunca sabré pero de cierto, ella seguía altiva brillando para todos excepto para mí.

Deambulé en desiertos sin oasis, donde gitanos embrujaron mi aliento y me robaron la risa de un niño, la mermelada de unos labios y una madrugada llena de agua y pájaros. Mendigué con harapos una sonrisa pero nadie me miraba, era un fantasma, era los trozos de lo que fui alguna vez, las cenizas de una página dorada.

Desterrada, despreciable, fui intocable, incolora, invisible, extraña para el mundo y ajena de mi propia carne. Bajo atardeceres sin fuego, miraba desde las montañas con nostalgia, el pueblo que escuchó mi última carcajada mientras le daba la espalda para no volver y encontrar mi propio palacio.

Dunas, sed, hambre, llagas, desolación, ardor, soledad, lágrimas saladas, crepúsculos de olvido. La NADA. Soñé en lo que nunca tuve y que sin embargo, moldeaba mis ilusiones: una ventana en el cielo, una flor carmesí y la paz de mi corazón.

Desfallecí, agoté mis últimas fuerzas y entre delirios, lo vi a lo lejos.

Él corrió hacia mí.

Ya lo conocía, ya lo había visto antes, pero nunca había escuchado que emprendiera carreras y menos siendo Yo el motivo.

Corría como si el tiempo se acabara, como si entendiera mi condición moribunda. Corría así de hermoso, con sus ropas limpias, blancas como la historia que había anhelado, resplandeciente como los faros inexistentes que anhelé tanto en aquella oscura inmensidad. Jadeando entonces, se acercó a mí.

Él me miró.

Sus ojos desbordaban ternura y compasión. La sonrisa que se dibujó minutos después en su rostro fue más cálida que el astro rey en verano. Pero no quemó, sólo desheló mi alma llena de escarcha.

Él me tocó.

Sus brazos rodearon mi cuerpo, este cuerpo que creí imperceptible, que por tanto tiempo había sido intocable para muchos. Me abrazó tan profundo que borró todos mis años invisibles y entonces existí en Él y para Él.

Él me habló.

Susurrando me dijo “Te estaba esperando. Bienvenida a casa”. Me regaló la estrella de la mañana y la paz de la aurora, y momentos después me llevó a una modesta casa junto al mar, me preparó un baño caliente y me dio de comer.

Hasta hoy, a aquella cabaña la llamo “Hogar” y a Aquél que me salvó… lo hice Mi Universo.

Él me amó.


viernes, 7 de mayo de 2010

Nick Vujicic en Mexico 2010

No hay errores

Para olvidar nuestros problemas y taparnos la boca e impedir que escupa quejas, quiero hablar de Nick Vujicic, un angelito o como le dice su amigo Eduardo Verastegui “el pequeño gran gigante”.

Debo decir que llevaba años anhelando conocerlo y abrazarlo. Quería observar su sonrisa para hacerla la primavera de mi alma. Quería agradecerle la humildad y disposición que siempre ha tenido para ser un instrumento de valentía y amor alrededor del mundo con todos los que por poco perdemos la esperanza, y contarle que cada vez que pierdo el horizonte observo sus videos y escucho sus palabras.

No es un monumento al optimismo como muchos piensan, sino un guerrero de luz, un bello colibrí sin alas que aprendió a volar, un fiel siervo y mensajero celestial, un ser perfecto a imagen y semejanza del Creador. Se sabe hermoso, se sabe amado y eso le basta para elevar sus ojos y vivir plenamente.

Toda su devoción y dicha, su alabastro, siempre lo esparce a los pies del Carpintero. Y esa es su fuerza. El Club de los Optimistas “no funciona para el niño de 5 años que muere de sida en África ni para la niña de 10 años que fue violada en la India” - y por lo visto, tampoco para Nick Vujicic.

Su vocación y misión es recorrer el mundo para con su antorcha encender nuestras velas. Y lo hace bien, ese fuego nos permite llegar al río aún después del anochecer. Todo, entonces, tiene un propósito y un sentido. Porque sí, todos fuimos creados perfectos, no hubo errores, no hay errores.

“Yo sé de mi condición y puedo ayudar a gente que no tiene brazos ni piernas y decirles: Todo estará bien. Pero yo no sé de hogares rotos, tú sí. Tú ayuda a aquellos que están completos por fuera pero rotos e incompletos por dentro”.

Sí Nick, yo sé lo que es un hogar hecho añicos, una familia en escombros y no me queda más que extender mi corazón para aquellos con un pasado paralelo al mío y decirles: Hay esperanza, yo te amo, Dios te ama, eres hermos@.

Nick Vujicic, gracias por existir, gracias por haberme abrazado en tu corazón.


Querido lector, Te recomiendo que busques en youtube “El circo de la Mariposa” o “The Butterfly circus” con Nick Vujicic y Eduardo Verastegui, y un video de Nick Vujicic. http://www.youtube.com/watch?v=X_XW6Y-K3QE

jueves, 6 de mayo de 2010

Androides bajo la Luna Menguante

A quien tiene miedo de vivir

En las calles de mi vida hay rostros que saludo, caras que enamoran en instantes y almas que siento, eran parte de la mía mucho antes de la creación del Universo.

En alguna ocasión atrapé un vaho cálido muy cerca de mi nuca y un escalofrío recorrió profundo mi espalda, como hielo o como fuego, ni siquiera sé, no duró lo suficiente para entender.

Antes de acelerar mi torrente sanguíneo, hubiera querido leer las alertas de la luna menguante nunca llena, mientras besaba androides. No eran carne ni huesos, eran metal, sus rodillas de plástico, sus codos de madera, impávidos. Busqué un corazón caliente pero nada latía, nada encendía. Y lloré lluvia de estrellas mientras un maniquí me observaba, muy roto, muy frío.

Traté de besarlo pero me pegué en la frente con su piel tan tersa; y no reía, no lloraba, no amaba.

Poco tiempo tuve para abrir el libro de una esperanza perdida en la leyenda, esperé como Pigmaleón que Galatea quisiera vivir.

Si al correr los siglos de este instante de vida, la estatua permanece inmóvil, entonces adoraré los cuerpos que gritan y brincan.

Los que merecen ser amados andan allá afuera, mojándose con el mar y siendo bendecidos por el sol, con miedos arriesgados, con tristezas inconclusas, con reflejos en sus ojos, perdiendo y ganando, saben quiénes son, saben que son tibios y que son humanos.

Notas aladas


Sí, la música puede incluso abrirnos las puertas del cielo para ver a Dios sentado en su trono, alabado por ángeles o simplemente en su total plenitud… observándonos y sonriendo. En ese momento podemos dejar de luchar contra este mundo indómito que nada más nos va desgarrando el alma más y más.

Hablo de lo que alguien denominó “música celestial”, hablo de la 9º sinfonía de Beethoven, del “Mesías” de Haendel, del coro Libera St. Phillips, de Sigur Ross, hablo incluso de las teclas que hacen melodía un cuerpo desnudo, de tu espalda convertida en teclado, de tu risa atrapada en las olas del mar, de los ruiseñores y el pudor de las palmeras bajo el sol.

Con aquellas notas inmortales entregamos el corazón, nos olvidamos de esto que llamamos “sobrevivir” y nos convertimos en manantial. Si aprendemos a escuchar con atención, seguiremos la pureza de alguna melodía errante para elevarnos más allá de la Vía Láctea.

Ningún aparato electrónico, por más tecnología de punta, puede arruinar algo que fue concebido en el espíritu.


lunes, 22 de marzo de 2010

Cuentos de hadas


Apenas ayer fue el regreso a mi niñez, a lo que de pronto perdí en el camino y que sólo los poetas y locos recuperan: la imaginación, la metamorfosis. Soñábamos con seres fantásticos y por momentos fuimos lo que quisimos ser. Recordé lo que era viajar a mundos extraños, amar sin miedo y desprender el alma de este cuerpo, a veces débil.

Comprendí que no es necesaria tanta preocupación por la realidad, al fin y al cabo siempre está presente, lo suficientemente dolorosa y fastidiosa. Mientras ésta transcurre con tanta prisa, se desencadena la belleza en otras dimensiones, cosas hermosas, que nos atraen con sus detalles y exigen nuestra total atención: mitos, cuentos, surrealidades, mi constelación, otro planeta, mi “unicornio azul”, las dríades, los zoras, el paraíso, tú, cuando vistes de hada.

Se me ocurre pensar que la realidad sólo son las migajas de la vida, una casualidad, un accidente, ¿para qué adorarla? Es que para cualquiera que hace de la “pasión auténtica” su religión, que purifica el alma en lugar de santificar el dinero, que califica a la música como “espiritual”, que llama a un atardecer “pintura perfecta” y a un pequeño insecto “obra de arte”… este mundo deja de ser su hogar para elevarse a lo eterno.

En este sueño que soñé, sabía que tenía razón todas las veces que se puede tener razón, cien, millones…

Porque regresé a aquel estado infantil donde la capacidad de amar plenamente abarcaba no sólo a un hombre, no sólo a una mujer, sino a cada cosa en cualquiera de sus facetas, a la sensualidad y a la espiritualidad, y fui feliz.

El rostro de la vida que quiero ver, muchas veces disimula un cuento de hadas; el mundo que observo se disuelve en lo que hay en mí, se combina con lo que es invisible a mis ojos… y ocurre: Magia. Entonces… lo intangible se hace tangible y aquél espacio utópico se convierte en mi país y nada puede dañarme.

Hay luz, cualquier matiz, cualquier bella criatura. Inhalo amor, exhalo amor.

viernes, 19 de marzo de 2010

Take off your mask


...I will still love you


martes, 16 de marzo de 2010

Las Palabras Más Sonoras

El paso de los astros por el universo produce un fragor que no se oye en la Tierra, pero en los cielos sí. Pitágoras lo llamó "la música de las esferas".

En realidad no es música, es como el tronar de mil enormes piedras que chocaran unas con otras. Ese gran vocerío llena el cosmos. Es el ruido que hacen el Sol y los planetas y las magnas estrellas al recorrer el camino sideral. Hasta en la mansión de los ángeles se oye el sonar de los astros como un sordo rumor.

De repente, sin embargo, cesa el tremendo ruido y se hace un silencio universal. Alguien ora. Para oír su oración, Dios hace callar a las galaxias. Y entonces, sobre el ruido de las estrellas, se escucha la vacilante voz de la criatura humana. Y nunca deja de escucharla Dios.

ARMANDO FUENTES AGUIRRE, Reforma (Ciudad de México, Selecciones del Reader's Digest/Abril 2004)

lunes, 15 de marzo de 2010

Tu espejo

A ti, en mis ojos

Hay insectos raros (así considerados por ellos mismos), como tú, o como ella, o como él, que son relativamente bizarros y pierden la facilidad de verse en los ojos de alguien más. Se pierden en un sueño extraño y cuando voltean a ver un espejo, no ven más que su propio reflejo, plano, sin chiste, tan surrealista como las pinturas de figuras geométricas sin alma y sin olor. Todo les deja de interesar porque no pueden leer nada, porque no creen en el amor ni en nada que pueda despertar sus sentidos.

Y entonces ellos, catarinas, mariposas, orugas, arañas, hormigas, abejas, cuando encuentran un rostro que los mira con detenimiento, que los observa de verdad, desde el fondo del corazón, se sorprenden y se alegran, perciben algo muy parecido a la esperanza, a una respuesta; y se provoca una metamorfosis real, se convierten en príncipes, ángeles, hadas o mejor aún… en seres humanos que creen.

Deberíamos aspirar a ser espejos los unos para los otros, y darnos respuestas con reverencia y complementarnos sutilmente, mágicamente, plenamente.

Yo quiero ser un espejo, quiero entender y quiero amar.

martes, 9 de marzo de 2010

Un gesto amable

A los que no saben sonreir

El dolor es parte de la vida, sin embargo, hoy observo a aquellos sin esperanza, a aquellos que no han logrado equilibrar la dicha y la tristeza.

Una sonrisa de quien observa puede producir en ellos un gozo efímero que absorbe todas las penas para generar sólo el inicio del paraíso excelso en su espíritu, porque no lo conocen. Entonces cuando el paladar de su corazón degusta aquella sensación tan extraña pareciera como si recibiera una descarga de belleza que incluso a veces…los hace temblar de miedo.

Estos seres, cuyas vidas han transitado por terrenos áridos y peligrosos, experimentan de pronto con un sólo gesto amable, algo tan fuerte, tan impronunciable, que aquella diamantina generada en su alma puede explotar y rozar la piel de aquellos que los miramos no con pena, sino con empatía.

Su dicha ilumina tal vez más que la luna llena y aparece ante nosotros… radiante, y nos hechiza, y nos conmueve.

Atravesarán el infierno de su interior y lo recorrerán las veces que sea necesario, se toparán con ángeles en el camino que les tenderán una mano o tal vez un abrazo cálido, reconocerán su dolor sin culpar a nadie, llegarán a la meta, y algún día… aprenderán a sonreír.

viernes, 5 de marzo de 2010

Si pudiera vivir mi vida otra vez

Por Emma Bombeck

Si pudiera vivir mi vida de nuevo, hubiera hablado menos y escuchado más.

Hubiera invitado amigos a cenar, aún si el tapete estuviera manchado y el sofá descolorido.

Hubiera comido palomitas de maíz en la sala “nueva” y me hubiera preocupado menos de la suciedad cuando alguien hubiera querido encender el fuego de la chimenea.

Hubiera dedicado tiempo a escuchar las divagaciones de mi abuelo acerca de su juventud.

Nunca hubiera insistido en que subieran las ventanas del carro en un día de verano sólo porque estaba recién peinada.

Hubiera quemado la vela con forma de rosa antes de que se empolvara en el almacén.

Me hubiera sentado en el césped con mis hijos y no me hubiera preocupado por mancharme.

Hubiera llorado y reído menos mirando la televisión; y llorado y reído más mientras miraba la vida.

Me hubiera acostado cuando estaba enferma, en vez de pensar que la tierra se detendría si yo no estaba de pie y trabajando ese día.

Nunca hubiera comprado nada algo sólo porque fuera práctico, estuviera limpio o tuviera garantía de por vida.

En vez de tratar de saltarme 9 meses de embarazo, hubiera valorado cada momento y creído que el sentir vida dentro de mí era la única oportunidad que yo tendría de ayudar a Dios a crear un milagro.

Nunca hubiera dicho a mis hijos cuando me besaran con euforia “Después, ahora lávate las manos y ve a cenar”. Lo hubiera cambiado por más “Te amo” y “Perdóname”.

Pero sobre todo, si tuviera otra oportunidad de vivir, hubiera aprovechado cada instante, me hubiera detenido a admirar y vivir cada instante, para tomarlo y no devolverlo nunca.

martes, 2 de marzo de 2010

Lobos y Hombres

A sapito y a lobito

¿Será que cuando dos o más comparten la misma sangre y la misma alma, la vida se vuelve gravosa y por demás, dolorosa? No somos ni siquiera bipartitos, angeles y demonios, bestias y humanos; somos multifacéticos, un caos de figuras e ideas, somos un universo: contradictorios, indomables, nobles, soberbios, amables, salvajes. Nos pintaron en mil colores. Jugamos en un tablero con un centenar de piezas de ajedrez y con ellas, nos regalaron millones de posibilidades.

Algunos aman una de nuestras caras y se desilusionan al ver las otras mil. Unos prefieren nuestra astucia, otros nuestra seducción, otros nuestra inteligencia, otros nuestra ternura, otros nuestra malicia, otros nuestra lujuria, otros… nuestros cuernos, otros nuestro halo.

Al final del día… no podemos dejar de ser lo que somos, y sólo deseamos ser aceptados así, por quienes somos, por como somos. Justamente por eso, frente a quienes guardamos un especial cariño, desnudamos al Lobo, al Humano, y a todo lo que hay entre ellos, con la esperanza de que adoren cada pieza de nuestra alma herida, de nuestra alma partida.

Creemos que dos caras son demasiadas para albergarlas en un frágil corazón que puede explotar y sin embargo, no somos azules, ni rojos, ni amarillos, estamos tan llenos de color como el blanco, que reúne a todos. Somos Luz.

Quizás en algún momento, todos nuestros rostros puedan vivir en armonía, levantar una bandera blanca, pensar y sentir con pureza, sin miedo, sin matarse entre sí, sin lacerarse, para que así encontremos la tan aclamada paz, para ver si así… alguien allá afuera, en este mundo extraño, sea valiente para amarnos enteros.