jueves, 6 de mayo de 2010

Androides bajo la Luna Menguante

A quien tiene miedo de vivir

En las calles de mi vida hay rostros que saludo, caras que enamoran en instantes y almas que siento, eran parte de la mía mucho antes de la creación del Universo.

En alguna ocasión atrapé un vaho cálido muy cerca de mi nuca y un escalofrío recorrió profundo mi espalda, como hielo o como fuego, ni siquiera sé, no duró lo suficiente para entender.

Antes de acelerar mi torrente sanguíneo, hubiera querido leer las alertas de la luna menguante nunca llena, mientras besaba androides. No eran carne ni huesos, eran metal, sus rodillas de plástico, sus codos de madera, impávidos. Busqué un corazón caliente pero nada latía, nada encendía. Y lloré lluvia de estrellas mientras un maniquí me observaba, muy roto, muy frío.

Traté de besarlo pero me pegué en la frente con su piel tan tersa; y no reía, no lloraba, no amaba.

Poco tiempo tuve para abrir el libro de una esperanza perdida en la leyenda, esperé como Pigmaleón que Galatea quisiera vivir.

Si al correr los siglos de este instante de vida, la estatua permanece inmóvil, entonces adoraré los cuerpos que gritan y brincan.

Los que merecen ser amados andan allá afuera, mojándose con el mar y siendo bendecidos por el sol, con miedos arriesgados, con tristezas inconclusas, con reflejos en sus ojos, perdiendo y ganando, saben quiénes son, saben que son tibios y que son humanos.

2 comentarios:

  1. Mel no quiero ponerle nombre a mi vivencia, simplemente decirte que lo comprendí desde otro lado, muy ajeno a la mente y en estos momentos desconocido para mi. Tuve que leerlo y releerlo para que mi cabeza pudiera "razonar" lo que ya había entendido. Pero en fin, te mando un abrazo lleno de búsqueda y cariño.

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  2. Pris. Sería bastante humano ponerle el nombre de la historia de cada uno de nosotros, son historias que se repiten, tal vez es la misma. Somos pasajeros del mismo barco. Te mando otro abrazo con cariño pero también con esperanza :D

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