jueves, 16 de abril de 2009

Ovejas como yo


Yo creo que en el principio fue el Amor la causa de todo, en medio de la terrible historia del hombre también está el Amor de Dios buscándonos y al final de todo de nuevo su Amor cierra el círculo de la Historia. No podemos entender la vida como una serie de pruebas y concursos para ganarnos una Gloria. La Historia es esa eterna búsqueda del Pastor por su ovejita que se esconde, que no quiere pastar de su mano, que no quiere transitar por la pradera y prefiere bajar por los precipicios

Pero Dios en su inmensísimo Amor la llama y la orienta con su vara incansablemente. Se duele, de la ovejita ingrata que no quiere aceptar su amistad y su paz. Manda a su hijo querido a rastrearla en la oscuridad de la noche, entre los lobos que aúllan. Su hijo quien comparte el gran amor por sus ovejitas bobas que se mueren de sed, de hambre y no escuchan la voz de su Pastor a fuerza de balar fuerte fuerte.

Entonces, en medio de esa oscuridad Dios lanza una luz de bengala al cielo, con objeto de iluminar el camino de sus ovejitas necias. Algunas se deslumbran pero encuentran el camino de regreso. Pero otras, se ríen del Pastor y se alejan más y más, sin querer escuchar los gritos lastimeros de su amoroso Pastor, que sin cesar las busca hasta el último aliento de sus ovejitas ingratas.
Pero esta es una historia de Amor del Pastor que tenía un inmenso anhelo de compartir lo mejor del campo con sus ovejitas a las que tanto ha amado y amará hasta el final de los tiempos.

En cuanto a mis proyectos de crecimiento, Dios está tras ellos, cada vez que se me pasa un detalle, ÉL me lo recuerda. Alguien me llama y me pregunta algo que tiene que ver con eso que olvidé o pasé por alto. Si algo no lo hago del todo bien, entonces un Ángel me bloquea y me deja repensarlo. Puede parecerles un poco metafórico, pero les pido que me crean. Dios es así, exuberante.

1 comentario:

  1. Tan exuberante que se toma la molestia de buscarnos personalmente, hasta cuando interpretamos sus bengalas equivocadamente.
    Pero nos deja el libre albedrío.

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