miércoles, 28 de septiembre de 2016

El paso de un cometa...

Llegó en mi “noche triste”, en mi “oscuridad del alma”, llegó en un tiempo en el que pedía a Dios respuestas y señales de su Amor. Para mí ha sido uno de los más bellos acontecimientos de mi vida, porque lo que es del alma, sólo se reconoce con el alma. Y aunque con mis palabras no logre expresar lo que no se ve, les contaré entonces lo que sí se ve y cómo fue.
Sábado 3 de Septiembre – Te vi entre los coches del estacionamiento de mi casa. Me veías también con tus grandes ojos azules y te me acercabas, sin salir huyendo como todos los otros gatos con los que me he topado en mi vida. Te regalé una caricia fugaz. Entré a mi casa y te dejé afuera.
Domingo 4 de Septiembre – Te vi de nuevo afuera de mi casa. ¿No tenías casa? ¿Necesitabas cariño? Te volví a acariciar y te pusiste de pancita para que te acariciara mejor. Pareces un perro, en realidad, o algo más… Entré a mi casa y te dejé afuera.
Lunes 5 de Septiembre – Me preparé en la mañana para ir a trabajar y una de mis hermanas me dijo “Hay un gatito afuera, y cuando abrí la puerta se metió como si fuera su casa”. Entonces me emocioné porque ya te quería. Abrí la puerta y te dejé pasar. Curioseabas alrededor, husmeabas y no tardaste mucho en acostarte en el piso, como si llevaras toda tu vida en ese lugar. Te tuve que volver a sacar porque tengo 2 perritas muy celosas, hasta que no dilucidara una mejor opción.
En la tarde te compré tu comida, tu arenero y un collar con campanita que sabía te quedaría precioso y te mandé a hacer una plaquita con mi teléfono y una leyenda que dijera “I’m adopted”. No me interesaba hacerte mío, porque sabía que no eras de nadie sino del Viento, pero un collar te protegería al menos y te aseguraría comida por el resto de tu vida.
Martes 7 de Septiembre- Quería probar si podía alguien más adoptarte en lo que yo resolvía el dichoso paradigma de cómo hacer que 2 perros y 1 gato convivieran en armonía y amor. Así que te llevé a casa de una amiga. No, desde tu primer paso comenzaste a maullar, no era el lugar donde querías estar. Intentamos quedarnos. No estuvimos más de una hora. Nos regresamos a casa y sólo te di un paseo en coche, totalmente en vano… y por el contrario, descubrí que odiabas los coches, que te daban miedo. Te dije que nunca más te subiría a uno, creo que lo entendiste porque te quedaste tranquilo en mi regazo mientras yo manejaba.
Miércoles 8 de Septiembre - Quería llegar a casa para estar contigo, había algo que me llamaba a ti, quería descubrirlo. Olvidé mis llaves para entrar y tenía que esperar a que llegara alguna de mis hermanas para que me abriera. Mejor. Estuvimos 3 horas en mi coche. Yo acostada en el asiento con mis pies sobre el tablero. Tú en el tablero, acostado, mirándome y rozando mis pies, como empujándolos suavemente, como si ellos fueran tu almohada, o es que ¿de verdad me acariciabas?
Jueves 9 de Septiembre – En la noche, regresando de trabajar…Te metí a mi cuarto a escondidas. Las perritas se dieron cuenta, tienen buen olfato, estaban reclamando su territorio husmeando por debajo de la puerta. No las iba a dejar pasar, sabía que aquello podría terminar en una tragedia. Ni a ti ni a mí nos importó. Te dormiste abrazándome el brazo, y tu ronroneo me daba paz. Pensaba en lo hermoso que es que una gota del amor de Dios se encerrara en un cuerpecito tan pequeño.
Pasó una semana, ya te había comprado una casita que nunca usaste (no sabía que a los gatos no les gustaban las casitas). Te metía a mi cuarto siempre que podía. Me acariciabas la cara. Te acariciaba hasta que te quedaras dormido. Meditaba junto a ti, me tranquilizaba tu presencia.
Sábado 18 de Septiembre- Lo primero que hice, como cada mañana fue abrir la puerta, siempre escuchaba tu cascabelito acercarse. Esta vez… no lo escuché. Hice mis cosas, te extrañaba, pero pensé que te podías haber ido a pasear, o a buscar una gatita. Te esperaba.
Domingo 19 de Septiembre- Abrí la puerta en la mañana. No escuché nada… No estabas. Dejé la puerta abierta todo el día… sabía que no regresarías. Me dolió el corazón. Lloré mucho.
Nunca supe quién eras…
Sabías que estaba agradecida. Sabías que te amaba.
Hasta siempre… Cometa.

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