Apenas ayer fue el regreso a mi niñez, a lo que de pronto perdí en el camino y que sólo los poetas y locos recuperan: la imaginación,
lunes, 22 de marzo de 2010
Cuentos de hadas
viernes, 19 de marzo de 2010
martes, 16 de marzo de 2010
Las Palabras Más Sonoras
El paso de los astros por el universo produce un fragor que no se oye en la Tierra, pero en los cielos sí. Pitágoras lo llamó "la música de las esferas".
En realidad no es música, es como el tronar de mil enormes piedras que chocaran unas con otras. Ese gran vocerío llena el cosmos. Es el ruido que hacen el Sol y los planetas y las magnas estrellas al recorrer el camino sideral. Hasta en la mansión de los ángeles
De repente, sin embargo, cesa el tremendo ruido y se hace un silencio universal. Alguien ora. Para oír su oración, Dios hace callar a las galaxias. Y entonces, sobre el ruido de las estrellas, se escucha la vacilante voz de la criatura humana. Y nunca deja de escucharla Dios.
lunes, 15 de marzo de 2010
Tu espejo
A ti, en mis ojos
Hay insectos raros (así considerados por ellos mismos), como tú, o como ella, o como él, que son relativamente bizarros y pierden la facilidad de verse en los ojos de alguien más. Se pierden en un sueño extraño y cuando voltean a ver un espejo, no ven más que su propio reflejo, plano, sin chiste, tan surrealista como las pinturas de figuras geométricas sin alma y sin olor. Todo les deja de interesar porque no pueden leer nada, porque no creen en el amor ni en nada que pueda despertar sus sentidos.
martes, 9 de marzo de 2010
Un gesto amable
viernes, 5 de marzo de 2010
Si pudiera vivir mi vida otra vez
Por Emma Bombeck
Si pudiera vivir mi vida de nuevo, hubiera hablado menos y escuchado más.
Hubiera invitado amigos a cenar, aún si el tapete estuviera manchado y el sofá descolorido.
Hubiera comido palomitas de maíz en la sala “nueva” y me hubiera preocupado menos de la suciedad cuando alguien hubiera querido encender el fuego de la chimenea.
Hubiera dedicado tiempo a escuchar las divagaciones de mi abuelo acerca de su juventud.
Nunca hubiera insistido en que subieran las ventanas del carro en un día de verano sólo porque estaba recién peinada.
Hubiera quemado la vela con forma de rosa antes de que se empolvara en el almacén.
Me hubiera sentado en el césped con mis hijos y no me hubiera preocupado por mancharme.
Hubiera llorado y reído menos mirando la televisión; y llorado y reído más mientras miraba la vida.
Me hubiera acostado cuando estaba enferma, en vez de pensar que la tierra se detendría si yo no estaba de pie y trabajando ese día.
Nunca hubiera comprado nada algo sólo porque fuera práctico, estuviera limpio o tuviera garantía de por vida.
En vez de tratar de saltarme 9 meses de embarazo, hubiera valorado cada momento y creído que el sentir vida dentro de mí era la única oportunidad que yo tendría de ayudar a Dios a crear un milagro.
Nunca hubiera dicho a mis hijos cuando me besaran con euforia “Después, ahora lávate las manos y ve a cenar”. Lo hubiera cambiado por más “Te amo” y “Perdóname”.
Pero sobre todo, si tuviera otra oportunidad de vivir, hubiera aprovechado cada instante, me hubiera detenido a admirar y vivir cada instante, para tomarlo y no devolverlo nunca.
martes, 2 de marzo de 2010
Lobos y Hombres
A sapito y a lobito
¿Será que cuando dos o más comparten la misma sangre y la misma alma, la vida se vuelve gravosa y por demás, dolorosa? No somos ni siquiera bipartitos, angeles y demonios, bestias y humanos; somos multifacéticos, un caos