No hay realidad más allá de la que está dentro de nosotros. Es por ello que muchos vivimos apenas una vida irreal. Tomamos imágenes exteriores para convertirlas en una “irrealidad” y nunca permitimos que el mundo interior se manifieste.
Es que no hay nada más molesto para nosotros que seguir el camino que nos conduce a nosotros mismos. Tenemos miedo porque no nos conocemos, tenemos miedo de encontrar a Dios, tenemos miedo de descubrir el Amor.
Muchos nos estrellamos para siempre en ese desastroso vacío y permanecemos dolorosamente apegados a un paraíso perdido, que de paso, nos ultraja la bendita felicidad.
Quizá si despertamos de nuestro letargo podamos percibir con humano esfuerzo el mundo luminoso sobre las ruinas mentirosas de un periodo de vida desmoronado.
Es que no hay nada más molesto para nosotros que seguir el camino que nos conduce a nosotros mismos. Tenemos miedo porque no nos conocemos, tenemos miedo de encontrar a Dios, tenemos miedo de descubrir el Amor.
Muchos nos estrellamos para siempre en ese desastroso vacío y permanecemos dolorosamente apegados a un paraíso perdido, que de paso, nos ultraja la bendita felicidad.
Quizá si despertamos de nuestro letargo podamos percibir con humano esfuerzo el mundo luminoso sobre las ruinas mentirosas de un periodo de vida desmoronado.